Ganar el Pulitzer y no morir en el intento: una entrevista con Andrew Sean Greer

Hannah Beckerman habla con Andrew Sean Greer sobre el humor como alta literatura para The Guardian

 

 

 

¿Cómo te están resultando las primeras semanas como ganador del Pulitzter 2018?

Me ha emocionado mucho ganar este premio. En 24 horas, siete ganadores del Pulitzer se han puesto en contacto conmigo; Donna Tart me llamó para felicitarme y decirme que disfrutara. ¡Tengo que tener cuidado de no volverme un arrogante! Tuve un amago la semana pasada y me llamaron la atención . Sigo teniendo que hacer compras y darle de comer a los perros, y aunque haya ganado el Pulitzer, sigo teniendo que alimentarlos, así que a los perros no los he impresionado.

Less es la primera novela cómica que ha ganado el Pulitzer en mucho tiempo. ¿Han pasado de moda las novelas cómicas?

El otro día leí un artículo de The New York Times sobre que la moda tenía que ser más alegre. Así me sentía yo cuando estaba escribiendo Less. No es que no sea consciente de lo horrible que es el mundo, es que no puedo soportarlo. Así que escribí un libro que abordara ese tema, pero que trata de la felicidad.

¿Por qué, en el mundo de la literatura, se considera a las novelas cómicas menos importantes que las novelas serias?

En Estados Unidos, nuestra idea de la gran novela americana es muy grave: 800 páginas escritas por un varón blanco heterosexual. Se asume que la comedia pasa por alto los problemas, pero, cuando la comedia es buena, los aborda directamente. Y cuando el material cómico que estás leyendo es sincero, lo notas porque te hace sentir incómodo; sentir esa incomodidad te libera.

¿Cambiará tu relación con la escritura haber ganado un premio importante?
¡Me alegra que me lo preguntes porque esa cuestión me está manteniendo en vela hasta las tres de la madrugada! No si me tomo una pastilla para dormir, como hice a las 3 y media. Supongo que me dará la suficiente confianza como para escribir mi próximo proyecto sin preocuparme, aunque no escribo bien cuando me siento confiado. Escribo mejor cuando me preocupo. Afortunadamente, tengo grandes reservas de dudas de las que tirar.

Tu protagonista, Arthur Less, es gay, pero en la novela se lo acusa de ser un «mal gay» porque «hace sufrir a sus personajes sin recompensa». ¿Existe cierta presión hacia los autores gays para que escriban retratos positivos de personajes homosexuales?

Les digo a mis estudiantes que, cuando escriban una novela sobre su comunidad, lo van a pasar mal y van a decepcionar a la comunidad en cuestión porque no contarán el mito que la comunidad quiere. Contarán la verdad, y la verdad decepciona a cualquier comunidad.

La novela tiene un final feliz y romántico sin reparos, que no suele darse en narrativa. ¿Fue siempre tu intención?

Jamás me cupo la menor duda. En mi estantería, hay un hueco reservado para la historia de dos hombres enamorados que no tenga un final traumático y desesperanzador, y yo quería escribir ese libro. Brokeback Mountain es una historia preciosa, pero no es la historia de la mayoría de personas que conozco. Quería un libro que identificase las dificultades de ser gay en este mundo, pero también la posibilidad de ser feliz.

Tienes un gemelo idéntico. ¿Cómo ha formado ese hecho tu percepción de la identidad?

Estoy acostumbrado a estar en el mundo con otra persona, así que me siento solo cuando no estoy con él. Es extraño porque nos parecemos mucho, así que ver a alguien a quien considero una especie de copia de mi persona llevar una vida diferente y tomar decisiones diferentes es algo asombroso, porque te hace pensar que realmente escogemos nuestros destinos. Y da un poco de miedo darse cuenta de ello.

¿Qué libros te gustaban más de pequeño?

Cualquier libro que tuviera un mapa al principio: veías que, dentro del libro, existía todo un mundo que ibas a visitar. Es una sensación emocionante. Me siguen gustando los libros con mapa.

¿Había muchos libros en tu casa?
Muchos. Mis padres eran de familias pobres del sur rural y su forma de escape eran los libros. Los dos se hicieron científicos —lo cual era algo muy inusual—, así que en nuestra casa siempre se atesoraron los libros.

¿Evitas algunos géneros literarios?

Como tantos otros escritores, leo para mejorar mi prosa. Y eso significa que hay un montón de cosas que me encantan pero que no me ayudan. Las novelas gráficas son fantásticas pero mejoran mi escritura, así que ya no las leo.  

¿Qué escritores lees para inspirarte?

Con un libro como el mío, va a sonar pretencioso, pero siempre leo a Proust. También a Navokob y WG Sebald. Y, para Less, leía a menudo a Philip Roth; no podía leer más de un libro seguido porque me irritaba demasiado su misoginia, pero tiene un estilo fantástico. Espero estar absorbiendo parte de su lenguaje o su sensibilidad por osmosis o, con suerte, incluso robándoselo directamente.

¿Hay alguna novela muy famosa, ya sea clásica o contemporánea, que nunca has logrado leer?

La broma infinita de David Foster Wallace. Tienes que leerla si eres varón estadounidense, pero tal vez por eso nuna lo hice.
 

¿Qué libro tienes en la mesilla de noche ahora mismo?
Don Quijote, con el que tengo libro para una buena temporada. De hecho, se lee muy rápido y es muy divertido. Estoy leyendo una traducción al inglés moderno, así que es más ágil que el castellano antiguo.

 

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